La vuelta al mundo

viernes, noviembre 18, 2005

Riads en Fez

Los riads, casonas o palacios convertidos en hotel, son la última moda del turismo en Marruecos. En Fez, junto a la medina más tradicional y laberíntica del país, hay una veintena, todos con la misma estructura: un patio vestido con azulejos, agua y plantas, y unas pocas habitaciones decoradas con mimo. Hemos recorrido estos «alojamientos-delicatessen» para descubrir sus secretos

El patio es un oasis alfombrado de azulejos. Y, sobre la «alfombra», Abdelhai Belghazi, psicoanalista, profesor de Universidad, de gesto amable que subraya un mostacho poblado, presume de la casona que ha convertido en un hotel de catorce habitaciones: el riad «Sheherazade». En el centro, una fuente salpicada de flores; enfrente, la piscina, zurcida -como manda el gusto de Fez- con azulejos blancos y azules y cubierta en las esquinas por palmeras y naranjos; y alrededor, las habitaciones, decoradas con mimo, al estilo tradicional marroquí. El «Sheherazade» es un ejemplo bellísimo de riad, casonas o palacetes de marroquíes adinerados reconvertidos en «hoteles-delicatessen».

Mientras habla el doctor Belghazi, nos envuelven los sonidos arábigo-andaluces de estas edificaciones tradicionales, el agua omnipresente, las conversaciones pausadas, el tintinar de las copas en el restaurante, la brisa que se cuela entre los arcos y las ventanas de las suites, siempre alrededor del patio. La casa fue construida a finales del siglo XIX, y rehabilitada hace tres años en principio como vivienda, aunque «como era demasiado grande para mí –explica Belghazi-, terminó por convertirse en la «maison d’hôtes» que hoy visitamos, uno entre la veintena de riads que se han abierto en los últimos tiempos en Fez.

La moda de estas «casonas-hoteles» es reciente. El primero de ellos, «La Maison Bleue», data de 1997. Era la casa del abuelo de Mehdi el Abbadi, que esta noche se sienta a hacer memoria delante de un cuscús elaborado según una receta del siglo XIII, con un pelín de azúcar en el momento de servirlo. La gastronomía -el pollo con mermelada o el hojaldre con crema de leche- es el sello de identidad de «La Maison Bleue», uno de los riads que han aprovechado sus bucólicos patios para incluir el servicio de restaurante en su oferta. «En esta casa –explica– tenemos seis habitaciones, pero acabamos de inaugurar un nuevo riad, con todo tipo de comodidades para los clientes. Estamos convencidos de que hay un público apasionado por estos alojamientos. La prueba es que ahora, en noviembre, temporada baja, estamos al completo».

Muchos de los riads de Fez se hallan en Ziat Batha, dicen que el «barrio rico» por excelencia de la ciudad, junto a la Medina pero en el exterior, entre otras cosas porque, entre las callejuelas del laberinto medieval es difícil localizar casas del tamaño adecuado. En realidad, tiene mérito encontrar cualquier cosa si tenemos en cuenta lo que nos dice Tazi Chellal Abdelali, guía de turismo: «Yo me he perdido muchas veces cuando era pequeño, algo habitual porque estamos en un mar de trece mil calles y callejuelas, veintidós mil casas, cinco mil cuatrocientas tiendas…». La primera ciudad imperial de Marruecos, que empezó a construir Mulay Idriss II en el siglo IX, desborda bullicio, vida tradicional.

Atika Hmid lleva sólo diez meses en Fez al frente del recién inaugurado «Le Palais d’Hôtes». La casa fue comprada y rehabilitada por un promotor de turismo con varios establecimientos en su cartera de negocios, aunque puede que éste sea el más singular y lujoso. La piscina que ocupa uno de los patios tiene el agua caliente, para utilizarla en el invierno cálido del Magreb, y a su lado se ha dejado espacio para una sauna y un hammam, baño tradicional árabe. «Le Palais» tiene quince habitaciones, biblioteca con acceso a internet, un pequeño gimnasio y un solarium con toda la ciudad a los pies, un paisaje de barro en tonos ocres y blancos que funciona a modo de imán: cuesta trabajo apartar la mirada.

En Marrakech, estas casonas históricas han sido compradas sobre todo por ciudadanos franceses. Hay cientos en funcionamiento, un éxito abrumador que ha transformado la ciudad. En Fez, en cambio, la mayoría de los riads siguen en manos de marroquíes. Aunque hay excepciones, desde luego. Una de ellas, española. Ángeles Urtiaga, madrileña, y su marido, cordobés, compraron hace cinco años una casa en Fes. «Somos dos enamorados de Marruecos –explica-, y hacía un tiempo que buscábamos algo así. Marrakech se ha puesto imposible, demasiado cara, así que buscamos aquí, en la medina más tradicional del país. Y encontramos lo que fue la segunda residencia de un gobernador, en muy condiciones; apenas necesitó unas pequeñas reparaciones».

Dice Ángeles que hace cuatro años, cuando inauguraron la casa, «Dar Córdoba», nadie en España sabía lo que era un riad. «Ahora las cosas están cambiando», en parte debido al impulso de personas como ella o como Jurgen Moller, alemán, antiguo «cazatalentos» en una empresa de París. Era uno de esos ejecutivos que viven con la corbata en el cuello y el ordenador en la maleta. Su mujer, Pauline, francesa, trabajaba como documentalista. Hace tres años descubrieron estos pequeños hoteles, y empezaron a darle vueltas al sueño. «Un día apareció Pauline con los billetes de avión ya comprados –dice Jurgen-. En seguida llamé a un amigo de Fez para que nos buscara una casa, y así llegamos aquí, a este patio con un limonero y un naranjo. Fue un aterrizaje sin paracaídas, sin billete de vuelta. Nos costó sesenta mil euros, e invertimos doscientos mil en las obras de rehabilitación».

El riad «Lune e Soleil» tiene a día de hoy cuatro habitaciones, aunque Jurgen, vestido desde que aterrizó en Fez con una chilaba marrón que disimula su gusto por la comida, ya planea construir dos nuevas. Hay «maison d’hôtes» muy pequeñas, como ésta, y otras más grandes, aunque ninguna suele superar las quince habitaciones. La que gestiona Marie Roland-Gosselin, «Al Bartal», se queda en siete. Marie, nacida en Marruecos aunque de familia francesa, fue enfermera, trabajó en el sector petrolífero y en el turístico, y ahora parece feliz sentada ante un té, en un patio en el que domina el verde, completamente decorado con plantas. «El 90 por ciento de nuestras reservas se hace por internet –asegura–, y los clientes suelen ser franceses o ingleses, sobre todo desde que funciona un vuelo directo Londres-Fez».

A Fez llegan cada año unos veinticinco mil españoles, una pequeña parte de los trescientos mil que visitan Marruecos. Y, sin embargo, la medina de la capital espiritual del país es la que más asombra, la que más nos hace olvidar el atasco de las ocho, la que más llena nuestro baúl de los sentidos. Quizá la moda de los riads ayude a descubrir la Universidad más antigua del mundo, fundada por Fátima Fihri en 859, o la medersa (escuela coránica), del siglo XIV. De eso hablan los propietarios de estas casonas tan discretas por fuera, como manda su fe, y tan ricas y sorprendentes en el interior. En el paseo por las callejuelas de la ciudad, de la mano de Tazi Chellal Abdelali, resulta difícil creer que detrás de esas fachadas se esconda un oasis de gusto y lujo.

El riad «Dar El Ghalia» sí está dentro de la medina. Los camareros aguardan en un punto concertado, para guiarnos por callejuelas de menos de dos metros de ancho. La casa a la que nos dirigimos pertenece a la familia de Omar Lebbar desde hace doscientos años, y hace cinco mudó la piel para renacer como un hotel-restaurante de unas pocas habitaciones. En el patio, las luces de las velas y el envolvente runrún de la música árabe acompañan la cena. «Yo siempre he dormido en la suite de la planta superior», recuerda Omar. En una habitación con chimenea, artesonado y azulejos por doquier. Es un hombre con suerte, le decimos. Y ya se sabe que la «baraka» o suerte es un don casi divino en estas tierras.

Los palacios-hotel
Sheherazade. Catorce habitaciones, dos de ellas suites. Piscina, hammam, sauna, restaurante. Entre 120 y 500 euros. 212 55 74 16 42.
Le Palais. Quince habitaciones. La suite Royale tiene 120 metros cuadrados. De 165 a 1.200 euros. 212 55 63 73 24.
La Maison Bleue. Entre 180 y 270 euros. Acaban de abrir un segundo riad, con más tecnología y comodidades. 212 55 74 18 73.
Al Bartal. Entre 80 y 100 euros. 212 55 63 70 53.
Lune et Soleil. Entre 65 y 100 euros. 212 55 63 45 23.
Dar El Ghalia. Entre 130 y 570 euros. 212 55 63 41 67.
Dar Córdoba. El único riad en manos de españoles. Entre 60 y 100 euros. 699 27 96 97.

El viaje
Royal Air Maroc tiene cuarenta enlaces semanales entre diferentes ciudades españolas y Marruecos. Vuelo a Casablanca desde 190 euros. Más información: 902 210 010.
Más información
Turismo de Marruecos. 91 541 29 95.

2 Comments:

At 10:56 p. m., Blogger Alfredo Betancor said...

Estoy empezando a organizar un viaje a Marruecos para finales de septiembre y buscando en internet sobre Fez, he encontrado este comentario de tu blog, con el que ya he empezado a soñar... No creo que busque más sobre alojamientos en esa ciudad. Superar tus recomendaciones será difícil. Muchísimas gracias. Alicia. Canarias

 
At 1:14 a. m., Blogger Juan O said...

A finales de febrero, y con motivo de liberarme un poco del estrés traumático post-exámenes estoy organizandome una escapadita a Fez. Gracias por estas recomendaciones, no creo que haya riads mejores en esta ciudad. Alguna recomendacion general más sobre Fez?

 

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