La vuelta al mundo

jueves, noviembre 02, 2006

Quintas de Madeira

Fincas y casonas familiares renacen como hoteles de lujo

Llueve niebla sobre las cumbres que rodean Funchal, la capital de Madeira. Llueve sol —pegadizo y somnoliento estos días de otoño— sobre el mar, sobre el puzzle de casas que trepan ladera arriba. Entre la niebla y las olas, Madeira ha encontrado su ecosistema perfecto. A un lado, la humedad, el bosque de laurisilva, cientos de kilómetros de sendas por las que caminar junto a los dos mil doscientos kilómetros de levadas (acequias) construidas en la isla desde el siglo XV. Al otro lado, la calma, los veintitantos grados de temperatura de buena parte del año, la piscina en la que apenas se escucha un murmullo mientras los turistas ingleses y alemanes devoran algún best seller de amor, misterio y lujo. Llueve paz.
Desde la terraza de la habitación 108 de la Quinta das Vistas, el paisaje luce en formato gran angular: en la misma foto caben la montaña y las olas —hoy inquietantes— del Atlántico. Una levada moderna cruza un jardín cosido con flores, pinos, palmeras. En las quintas (fincas), el último descubrimiento turístico de la isla, el jardín es condición sine qua nom. Tiene que ser grande. Tiene que envolver una vieja casona familiar reconvertida en hotel de lujo. Se tiene que respirar quietud, silencio, descanso. Las quintas se han multiplicado en los últimos años. Ninguna supera las cien habitaciones, otra de las reglas de la recién nacida asociación que agrupa a una veintena de ellas. Y muchas son radicalmente diferentes. «En las más tradicionales se siente la historia familiar; otras, en cambio, han optado por el diseño innovador», afirma Katia Carvalho, de la Asociación de Promoción de Madeira.
La «Fórmula Quinta» se ajusta a la decisión de Madeira de centrar sus esfuerzos en el turismo de lujo. De hecho, en la isla está prohibido construir nuevos hoteles de menos de cuatro estrellas. «Esa es nuestra apuesta», añade Katia. Su intención, eso sí, es rejuvenecer el pasaje que llena los aviones que aterrizan en la pista del aeropuerto, mucho más larga desde su renovación en 2000, un alivio para los temerosos.
Isabel Ferraz, directora de la Casa da Branca, muestra feliz las líneas vanguardistas del edificio. Los arquitectos han envuelto de tal manera sus perfiles que, desde la calle, apenas se ve un mar de hierba. El interior es otra cosa, madera, líneas rectas, salas amplias en las que leer o mirar internet, el spa, gastronomía de la que se saborea con el paladar y con los ojos. «No queríamos que nuestra quinta fuera la apoteosis del minimalismo —dice Isabel con una mezcla de acentos, francés y portugués, que delata sus orígenes—, pero sí que fuera diferente». Un toque moderno, que nada tiene que ver con las «tradiciones seculares» de las que presumen en la Quinta da Bela Vista.
En la piscina de Bela Vista, rodeada de árboles, rodeados a su vez de veinte hectáreas de jardines, sopla una suave brisa. Este edificio, construido en 1844, fue la primera finca familiar reconvertida en hotel, en 1989. Aquel gesto de Roberto d'Ornellas Monteiro ha tardado en imponerse, hasta que desde comienzos de 2000 otras familas y empresas siguieron su estela. Por ejemplo, el grupo Charming Hotels, que ha recuperado cinco quintas, entre ellas la de Das Vistas, doce mil metros cuadrados de árboles y jardines, o la Do Estreito, en los alrededores de Câmara de Lobos, donde resulta recomendable probar una espetada (pincho de carne) al anochecer, mientras se encienden las luces ladera abajo.
Aunque, en realidad, Madeira vive más intensamente de día, cuando llegan los cruceros al puerto, cuando los excursionistas se ponen en marcha hacia la zona de la laurisilva, declarada Patrimonio Mundial por la Unesco. El bosque de lauráceas, habitual en Europa en otras épocas, ha desaparecido excepto en algunas zonas de Canarias, Azores o Madeira, sobre todo en Madeira, que lo conserva como un tesoro, a pesar de que los invasores eucaliptos cada vez se mezclan más con los autóctonos laureles. En las doscientas sendas que recorren este espacio, subrayadas por el curso de las levadas, se aprecia la enorme diversidad vegetal y animal de la isla, con especies endémicas como el palomo torcaz.
Naturaleza más lujo. Y, por supuesto, deporte, en el mar o en el campo de golf de la Casa Velha do Palheiro. Estamos en lo que fue el pabellón de caza y la residencia de verano de Joâo Esmeraldo, el primer conde de Carvalhal, un excéntrico personaje que importó árboles y plantas exóticas de medio mundo para adornar sus jardines, hoy rodeados de un campo de golf. John Burden Blandy adquirió estas tierras en 1885, un paisaje que apenas ha cambiado en este tiempo. Verde civilizado, mesas y sillas de mimbre en las que sentarse a ver pasar la vida.
Sólo el recorrido de quinta en quinta compensa el viaje. Nos detenemos en el piano-bar de Jardins do Lago, un edificio de 1750. O en la terraza de la Quinta do Monte, unos 17.000 metros cuadrados que se funden con los jardines tropicales Monte Palace (www.montepalace.com). Este espacio es el resultado del esfuerzo de otro personaje peculiar, José Berardo, un emprendedor que hizo todo el dinero del mundo en las minas de Suráfrica y que ha reproducido en este lugar sus dos horizontes favoritos, Oriente y África. Aquí es fácil comprender porqué Madeira exporta millones de flores, mimadas por el clima tropical de esta tachuela verde en el Atlántico. Una senda de coleos rojos y hortensias blancas y moradas nos acompaña a la salida.

GUÍA
El viaje. La TAP tiene un vuelo diario con destino y origen en Funchal desde Madrid y Barcelona. La tarifa oficial es de 208 euros ida y vuelta, aunque este destino suele venderse a través de paquetes de tour operadores, con hoteles y transporte para fin de semana o semana completa. www.flytap.com / 901 11 67 18.
Las Quintas. Casa Velha do Palheiro. www.casa-velha.com /(351) 291 790 350. Doble: 210
euros. Jardins do Lago. www.jardins-lago.pt / (351) 291 750 100. Doble: 113 euros. Casa Branca. www.quintacasabranca.pt / (351) 291 700 770. Doble: 175 euros. Quinta das Vistas. www.charminghotelsmadeira. com / (351) 291 750 007. Doble: 164 euros. Asociación
Quintas de Madeira: www.quintas-madeira.com
Para saber más. Turismo de Portugal: 902 88 77 12 / www.visitportugal.com. Turismo de Madeira: www.madeiratourism.com.