La vuelta al mundo

jueves, octubre 20, 2005

Maleta para uno

Las estadísticas dicen que en en España hay más de cuatro millones de solteros en edad de gastar y viajar. De repente, las agencias de viajes y empresas de distinto perfil han descubierto ese filón. Cada día hay más ofertas, más posibilidades en un mercado tradicionalmente dominado por las familias y parejas. Los viajes para «impares» están de moda


Un grupo delante de las pirámides de Gizé. O entre las columnas del Partenón. O en los puentes que cruzan el Moldava, en la inolvidable Praga. Y, en el grupo, unos cuantos viajeros solitarios, versos sueltos que comparten vacaciones con matrimonios, amigos o vecinos, que habrán pagado un suplemento por habitación individual y que a lo peor no han encontrado el ambiente de compañerismo que imaginaron. Quizá por la noche, después de la sesión de piedras y postales, al regresar a la habitación, más de uno recuerde con nostalgia las lecturas de Bécquer en el colegio: la soledad es muy hermosa... cuando se tiene alguien a quien decírselo.

La soledad y los viajes organizados nunca han hecho buenas migas. Las agencias apenas le han guiñado el ojo a los que ahora se llaman «singles» o «impares», y los clientes se han limitado a pagar la tarifa extra, y a aceptar la compañía del correspondiente grupo. «Así ha sido, pero en estos tiempos de especialización, el público ya no se conforma y exige programas específicos», explica John Kester, analista de la Organización Mundial de Turismo. Y, como si todos se hubieran puesto de acuerdo, a la voz de «ya» esas ofertas empiezan a agolparse en el escaparate: ferias, cruceros, escapadas de fin de semana, fiestas en la ciudad.

Laura Racioppi se separó a los cuarenta y ocho años. A esta ciudadana suiza, vecina de Barcelona, le cambió el mundo en un suspiro. Se quedó sin pareja, y sus amigos vivían a miles de kilómetros. Entonces se le encendió la bombilla, en parte para «hacer algo», en parte porque creía que en el territorio de los «nones» había una mina sin explotar. De ese hilo surgió el Salón Singles, celebrado en Barcelona a primeros de octubre, la primera feria de este tipo en España, la segunda en Europa. Más de diez mil personas acudieron en busca de propuestas para solteros, lo que sorprendió hasta a los organizadores. «Hemos triplicado las expectativas», reconoce Marc Sorli, hijo de Laura y director de marketing del Salón.

En España hay cuatro millones de «impares» de entre treinta y sesenta y cinco años, según los cálculos de Mónica Lobo, directora general de SingleOcio, una empresa colaboradora de Halcón Viajes que empieza a funcionar estos días (su primera escapada será en el puente de noviembre). «Es la primera vez que "un grande" entra en este sector, lo que significa que creemos en su futuro», afirma. No en vano los expertos calculan que los «independientes» de mediana edad disponen de un cuarenta por ciento más de ingresos mensuales que la media. Mucho dinero en juego.

Y en ello están las agencias, las grandes y las pequeñas. Unas y otras tienen dos modelos de clientes: los que buscan pareja, y creen que una escapada o fiesta es un lago en el que pescar, y los que prefieren viajar solos, o no encuentran a nadie que quiera hacer el mismo viaje, o no toman las vacaciones en las mismas fechas que sus amigos. A este segundo segmento se dirige Nuba, que creó hace dos años su oferta para «singles», destinos étnicos y de aventura para un máximo de diez personas, según la definición de Daniel Puertas, responsable de comunicación. En su página web se ha realizado una encuesta reveladora sobre este nicho de mercado. Sus datos: el 72 por ciento de los que la han contestado hace más de un viaje al año fuera de España, el 59 viaja solo porque no coincide en fechas con familiares o amigos, el 69 estaría dispuesto a compartir habitación (el 33, también con alguien del sexo contrario)…

Ignacio Puig, director de la agencia de viajes Marina San Travel, se dirige al primer grupo, los que buscan pareja. A principios de año le rondó una idea que aún le trae de cabeza: un crucero para solteros en el Mediterráneo, del 7 al 14 de noviembre. «Es una ocasión ideal para conocer a tu media naranja -explica-, los mismos sitios, las mismas actividades y mucho tiempo en un entorno agradable, un barco, el mar, con excursiones y grupos de animación exclusivos para nuestros clientes». Hasta ahora se han apuntado 120 personas, pero espera que en la segunda edición, el próximo año, se multiplique varias veces esa cifra. Puig dice que el 60 por ciento de las reservas han sido hechas por mujeres, lo que en su opinión prueba que «ellas son más decididas». Marc Sorli apunta un dato parecido: el 70 por ciento de los visitantes al reciente salón de Barcelona fueron mujeres.

SingleOcio, los últimos en llegar, apuestan por los grupos exclusivos de «nones», con sus zonas de mostrador en el aeropuerto, sus restaurantes, sus espectáculos. «Otros creen que es mejor mezclar pares e impares, nosotros pensamos que es mejor hacer viajes específicos, integrados por personas de edades semejantes», opina Mónica Lobo, directora general. «Intentamos, además, negociar los suplementos, una de las grandes quejas de los viajeros solitarios». Aunque en realidad la primera queja suele tener un matiz sentimental: «Vas a un viaje y no puedes hablar con nadie», murmuraba una mujer en el mostrador de SingleOcio en la feria de Barcelona.

Isabel Sánchez, de gentesinpar.com, cree que «es esencial que el sector empiece a no penalizar al viajero individual». Mientras tanto, su empresa «quiere ser un club de ocio y amistad para gente sin pareja. Proponemos viajes, escapadas de fin de semana, y actividades que crean afinidades, como cenas, fiestas o copas». Gentesinpar utiliza internet como plaza de encuentro: quienes se apuntan a sus expediciones se citan antes en foros y chat, «de forma que se establece una cierta continuidad en las relaciones, antes, durante y después del viaje».

Hoja de ruta . Cita en Madrid. Ind-Life. Salón del arte de vivir independiente. 18, 19 y 20 de noviembre, en la Casa de Campo. 93 425 35 25.
Crucero para solteros. Del 7 al 14 de noviembre. Venecia, Dubrovnik, Corfú... www.marinasun.com / 952 467 031.
Namibia para un grupo de diez solteros, del 5 al 17 de noviembre. Nuba: 91 745 47 47.
Ronda. Fin de semana lleno de actividades. Del 18 al 20 de noviembre. www.singleocio.com / 902 88 50 20.
Otras agencias. www.gentesinpar.com / 91 371 71 41. www.nones.es / 902 36 71 56. www.solterosdeviaje.com/ 915252726. www.revistaimpar.com / 91 417 57 95.

viernes, octubre 14, 2005

Celtiberia show

Soria reclama el mundo celtíbero como su primera seña de identidad turística. Una exposición, que permanecerá abierta hasta final de año, sirve como anzuelo para mostrar el paisaje de aquella época, antes de que el imperio romano rindiera Numancia. He aquí un paseo por yacimientos arqueológicos, museos y restaurantes en torno a una cultura tan hermosa como poco conocida

Seis pares de ojos descendían el cerro de la Muela aquella noche oscura de la primavera del 133 a. C. Las legiones de Publio Cornelio Escipión, unos veinte mil hombres, cercaban desde hacía meses Numancia, en el último tramo de una guerra que había empezado veinte años atrás. Escipión era el general triunfador al que había tenido que recurrir Roma para acabar con la resistencia celtíbera. Y estaba a punto de conseguirlo. Retógenes y cinco compañeros brujuleaban a ciegas entre las siete torres de vigilancia, camino de algún lugar donde pedir ayuda. Cuando contenían el aliento escuchaban el rumor de los tres ríos que abrazaban el cerro, el Duero, el Tera y el Merdancho. Al cabo, intuyeron que lo habían logrado. El grupo de héroes visitó varias ciudades celtíberas y reclamó socorro en vano. En Lutia, los más jóvenes se mostraron decididos a seguirles, pero el senado de ancianos, temeroso de las represalias, alertó a los romanos. El principio del fin: Escipión ordenó que le cortaran la mano a los rebeldes. Numancia había perdido su última oportunidad.

Alfredo Jimeno, profesor de Historia en la Universidad Complutense, comisario de la exposición «Celtíberos» que se celebra hasta final de año en Soria, cuenta la epopeya de Retógenes y la caída de Numancia sentado en el restaurante «Keltiberia», en Garray, al pie del yacimiento, mientras saborea un menú inspirado en aquella época. Sobre la mesa, berros, aves escabechadas (especialidad soriana que permanece hoy en día), boletus edulis guisados con hierbas aromáticas, chuletón con hígado de pato y queso de leche de oveja, una degustación ideada por Josu Mendía que ahora forma parte de la ruta celtíbera soriana. «Queremos que ésta sea la marca turística de nuestra provincia —afirma Antonio Pardo, presidente del Patronato de Turismo—. Románico o rutas de senderismo hay en otros sitios, pero Numancia sólo está aquí».

Soria ha (re)descubierto Celtiberia, el hogar de arévacos, pelendones, lusones, belos y titos, un territorio que coincidiría con el reborde montañoso donde se encajan las cordilleras Ibérica y Central. Allí se sumaron las tradiciones de celtas e iberos hasta crear una cultura diferenciada, a la que se refieren a menudo los historiadores grecolatinos. Entre las calles empedradas de Numancia la imaginación vuela a aquellas ciudades cercadas por los romanos, lugares ásperos y montañosos, azotados por el cierzo, donde el frío corta como una navaja afilada.

La exposición instalada en el Museo Numantino de Soria rastrea las guerras, la vida y la muerte de los pueblos celtíberos a través de unas cuatrocientas piezas procedentes de diferentes museos europeos y españoles. En la muestra está el origen de la «fiebre celtíbera» que ha contagiado a esta provincia, la búsqueda en la Historia de un sello turístico diferenciador. En sus salas vemos armas (la falcata es una espada exclusiva del mundo ibérico), vasijas, rituales funerarios, formas de organización (desde los castros del norte a la creación de la ciudad-estado) e iconos: «Abundan los caballos y toros en los elementos decorativos porque representaban las cualidades de sus dioses», explica el profesor Jimeno.

Después de la exposición (la teoría) vienen los yacimientos arqueológicos (la práctica). Hay itinerarios para elegir hasta que nos cansemos de piedras. Quien prefiera empezar por lo pequeño podrá visitar cerca de dos decenas de castros, pequeños asentamientos donde vivieron los antiguos celtíberos a partir del siglo VII a. C., casi todos al norte de la capital. Quien opte por el espectáculo arqueológico, la cita más cercana aguarda en Garray («tierra quemada», www.numantinos.com), a siete kilómetros de Soria. Allí está el yacimiento de Numancia, símbolo de la resistencia del más débil frente a los invencibles soldados romanos, hasta que el cerco del hambre pudo con el heroísmo.

Esta tarde paseamos entre un paisaje de restos romanos, muy visibles, y celtíberos, en las capas inferiores del yacimiento. La ciudad de los arévacos, el grupo que habitó Numancia, estaba cruzada por dos largas calles verticales, de norte a sur, y muchas otras horizontales, de este a oeste, división pensada para esquivar el gélido viento del norte. El paisaje desde este cerro de la Muela, mientras cae el sol, es apabullante: al este, a unos sesenta kilómetros, el Moncayo; al oeste, Urbión; al norte, las estribaciones del sistema ibérico. Y aquí y allá, los cauces de los ríos, con el «padre Duero» al frente, como le llama Julián Lérida, uno de los guías [www.receso.org] empeñados en la difusión de la cultura celtibérica.

Las investigaciones más recientes apuntan a que Numancia estaba poblada por unas 1.500 personas, que vivieron sus días de esplendor entre los siglos VI y II-I a. C., hasta el final de las «guerras celtíberas». Trabajaban el campo, remontaban el Duero con vino y cereales y molían bellotas y nueces. El ganado, sobre todo ovejas y cabras, representaba la riqueza, «pero la riqueza no se comía, se negociaba con ella», relata el profesor Alfredo Jimeno. Aquellas sociedades jerarquizadas, dominadas por las élites guerreras, «cuentan» hoy su historia en vasijas o cascos, en collares y brazaletes, en su ética, que concebía la vida en función de su final: una muerte digna justificaba su existencia.

Germán Prieto, arqueólogo, vigila a media mañana los trabajos en la última sorpresa que ha aflorado en Tiermes, la semana pasada, una estructura en forma de ábside probablemente anterior a la época romana. «Es algo especial», afirma este trotamundos de los yacimientos. En realidad, los hallazgos son continuos en esta esquina de Soria, muy cerca del municipio de Montejo de Tiermes, ya cerca de Segovia. El fruto de la campaña de verano descansa en los pasillos de un edificio anexo al museo, ordenado en bolsas de plástico. En el exterior, los turistas —por ejemplo, un grupo de estudiantes de la Facultad de Arqueología de Munich— necesitan más de dos horas para recorrer este escenario del pasado, con tesoros como un «rascacielos» de siete plantas, una colina arcillosa de la que colgaban las casas de los habitantes de esta ciudad, o un acueducto excavado en la roca para distribuir el agua.

En Tiermes instaló su negocio hace veinticinco veranos Manuel de Pablo Andrés, uno de los primeros «visionarios» de las posibilidades del «turismo celtíbero» en la zona. Arrancó con un pequeño chiringuito junto a las excavaciones, pero hoy presume de un hotelito con una docena de habitaciones, un amplio restaurante con una carta de «gastronomía celtibérica» (perdiz escabechada, solomillo de jabalí macerado con bayas de enebro, trigo preparado con mollejas, higaditos y senderillas con bombón de mousse de foie…) y sus famosas noches de Plenilunium. «Los celtíberos saltaban, bailaban y bebían vino con miel; cada luna llena, nostros hacemos algo así para pasar una noche diferente», asegura Manuel.

La inmersión en el pasado termina en Uxama, en un cerro sobre el río Ucero, a dos paso de El Burgo de Osma. Aquí se acuñó moneda en bronce cien años antes de Cristo, con un jinete lancero en el reverso y una imagen masculina en el anverso. Hoy queda poco, apenas el rastro de una importante casa romana, o una atalaya de vigilancia construida por los árabes algunos siglos después. Desde allá arriba, el horizonte también aquí abruma. Al sur, el enorme castillo de Gormaz; al norte, El Burgo, un remanso de paz en el que se ha instalado un aula arqueológica para enseñar el pasado didácticamente, y el cercano cañón del Río Lobos, y Calatañazor, donde Almanzor perdió su última batalla, o el pueblo medieval de Ayllón, ya en Segovia. «En la época celtibérica se configuró el germen de lo que sería el paisaje tradicional de estas tierras —concluye Alfredo Jimeno—, una cultura campesina que ahora estamos dejando morir».

Hoja de ruta.
La exposición. «Celtíberos. Tras la estela de Numancia». En el Museo Numantino de Soria. Hasta el 30 de diciembre. Información y reservas: 902 203 030 / 975 221 397.
Visitas guiadas a los yacimientos. Recorrido 1: Soria-Garray-Numancia. Salidas, todos los días. Recorrido 2: Soria-Uxama-Tiermes. Salidas, miércoles y sábados. Información: 975 215 023.
Dormir-comer. En El Burgo de Osma. Posada del Canónigo. 975 360 362. www.posadadelcanonigo.es. En Garray, «Keltiberia», restaurante temático del mundo celtibérico. 975 252 219. En Tiermes. Hotel restaurante Termes, gastronomía celtibérica y noches de Plenilunium. 975 352 055.
Más información. Patronato Provincial de Turismo. 975 220 511. Proyecto Life Tiermes-Caracena: Museo de Tiermes: 975 352 051.
Guía de arqueoturismo en España. www.arqueoturismo.net

viernes, octubre 07, 2005

El Lilliput del románico

Nueve joyas del románico reproducidas con una minuciosidad sorprendente. Esa es la oferta del parque temático en miniatura abierto en San Esteban de Gormaz (Soria)

El Duero viaja a cámara lenta en San Esteban de Gormaz, como si no se moviera. Sólo las hojas caídas de algún chopo revelan que el agua pasa, como la vida. La ribera de este rincón de Soria, muy cerca ya de la frontera con Segovia, proporciona un paseo con el efecto de una visita al fisioterapeuta. Algunos afortunados se han construido aquí sus residencias de verano, en algunos casos permanentes, rodeadas de jardines inmensos y embarcaderos bucólicos. Cerca, un remanso convertido en zona de baño, el Molino de los Ojos, la silueta de algún pescador paciente, las bodegas del casco antiguo, los restos del castillo medieval…

Y una novedad: el Parque Temático del Románico, abierto hace unas semanas al final de este paseo junto al río. Se pueden recorrer a pie los dos kilómetros y medio que separan San Esteban de Gormaz del recinto, o bien utilizar el coche, según el ánimo de cada cual. En cualquier caso, el «padre Duero», como aquí le llaman, envuelve con su leve runrún la visita a los grandes monumentos del románico de Castilla y León, reproducidos en miniatura con una perfección asombrosa. Cada detalle, cada color.

La «fábrica de maquetas» está en la Fundación Santa María la Real , en Aguilar de Campoo, Palencia. Allí se han especializado en poner la grandiosidad de los monumentos castellanos a la altura de los ojos de un niño. Primero lo hicieron con trabajos en madera, lo que les obligó a recuperar técnicas artesanales relacionadas con la ebanistería. Y ahora han ido más allá, con reproducciones pensadas para aguantar las inclemencias del cielo abierto. El resultado, lo que vemos en San Esteban, es un buen ejemplo de esta «moda turística» de los parques temáticos de miniaturas.

«Cada maqueta precisa del esfuerzo de un equipo de cuatro personas durante dos meses –afirma Marcelino Alonso, de la Fundación Santa María la Real–. Primero se crea una base lisa, con un yeso especial que fragua a los sesenta y cinco grados; luego, se talla cada detalle, ventanas, pórticos, vidrieras; y, al cabo, se crea un molde y se reproduce el monumento en resina. A partir de ese punto, sólo queda pintarlo y decorarlo, de tal manera que pueda soportar las temperaturas extremas de Castilla, la nieve y el hielo del invierno, y el sol abrasador del verano».

Ana Hernando, gerente del parque, nos enseña el primer resultado del trabajo: nueve maquetas de otras tantas joyas del románico, una por cada provincia. A saber: el claustro del Monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos), San Juan de Rabanera (Soria), San Martín de Frómista (Palencia), San Tirso de Sahagún (León), iglesia de San Marcos (Salamanca), San Esteban (Segovia), colegiata de Toro (Zamora), Santa María de la Antigua (Valladolid) y San Vicente (Ávila).

El románico, estilo arquitectónico que dominó Europa en los siglos XI, XII y una parte del XIII, conserva aquí toda su fuerza expresiva. A una altura asequible (las maquetas miden unos ochenta centímetros) vemos todos los elementos que caracterizaron la época: arcos de medio punto, bóvedas en cañón, columnas exentas y a veces resaltadas en los machones, molduras robustas. «Si queremos que el inmenso patrimonio artístico y cultural de España tenga viabilidad y posibilidades de conservación para el futuro, es necesaria la sensibilización de grandes áreas de la sociedad y eso empieza con el conocimiento», afirma David de la Garma Ramírez, presidente de Amigos del Románico .

La gestación del Parque ha sido un proceso largo, que empezó como una idea («hay que hacer algo») a finales de los noventa, cuando Castilla y León concedió su premio turístico a San Esteban, y se concretó con las primeras obras hace dos años. «Pretendemos que este pueblo sea la puerta de entrada al románico –añade Ana Hernando-, y para ello crearemos una biblioteca especializada, organizaremos talleres y cursos... Y todo ello ayudará sin duda a poner en valor algunas de nuestras joyas, quizá poco conocidas fuera de aquí, como la iglesia de San Miguel, del siglo XI, monumento histórico-artístico nacional».

Alrededor del Parque crece poco a poco un centro de ocio, que incluye el ecomuseo del Molino de los Ojos, edificio que data de 1784 y que ahora está en fase de rehabilitación, y un restaurante, ya en funcionamiento (reservas: 629 17 52 93). Y cerca, siempre el Duero, álamos y chopos, sauces y castaños de indias, un día de paz.


En los alrededores.San Esteban de Gormaz puede ser el principio o el final de una excursión llena de posibilidades. Cerca encontramos propuestas tan variadas como el cañón del Río Lobos (una ruta «vigilada» por el vuelo de la colonia de buitres leonados), el yacimiento arqueológico de Tiermes, Calatañazor (el pueblo conserva en buen estado su trazado medieval, y, cerca, podemos contemplar el valle de la sangre, el escenario donde Almanzor perdió su última batalla) o El Burgo de Osma, junto al río Ucero. La catedral merece una visita detenida, con joyas como el retablo de Juan de Juni y Juan Picardo (1550-1554) o el sepulcro policromado de San Pedro de Osma (siglo XIII), en la foto.

Dormir. Desde las habitaciones de la Posada del Canónigo (en la foto), en El Burgo de Osma (www.posadadelcanonigo.es / 975 360 362), se aprecia la grandiosidad de la catedral, que ocupa un tercio de la superficie amurallada original del pueblo. En el centro de Calatañazor encontramos otra buena opción, La Casa Rural (www.calatanazor.com / 975 183 642). En Tiermes, por último, junto al yacimiento arqueológico, el hotel-restaurante Termes (www.hoteltermes.com / 975 352 055). Más información: www.sorianitelaimaginas.com. Manuel de Pablo puso la primera piedra de su negocio hace veinticinco años. Organiza sus famosas noches de Plenilunium, una fiesta a la luz de la Luna llena, con bailes, hogueras y menú celtíbero.

Dónde. Parque Temático del Románico. En San Esteban de Gormaz (Soria).
Cómo ir. Por la N-1. En el kilómetro 103 hay que tomar el desvío de la N-110, dirección Riaza, Ayllón y Soria. Desde Madrid, 162 kilómetros.
Horario. Sábados y domingos: De 11.00 a 14.00 y de 16.00 a 19.00 horas. El resto de los días, sólo grupos concertados.
Información. 975 18 62 45 / www.parqueromanico.com
Otros parques temáticos en miniatura. Pirenarium, la representación a escala de los diferentes espacios naturales y edificios emblemáticos del Pirineo aragonés. 902 480 001. Parque del Mudéjar, en Olmedo, Valladolid. 983 62 32 22.